Entrevista con ex-técnico del Parque de Atracciones de Zaragoza

Fotografía de un pilar de atracción oxidado

Gracias a un contacto cercano, hemos podido conocer a Nico, ex trabajador del equipo de mantenimiento del Parque de Atracciones de Zaragoza. Nico tiene mucho que contar sobre su amarga experiencia allí, y hoy tenemos la oportunidad de entrevistarlo.

—Hola Nico, ¿cómo diste con la oferta de trabajo?

—Bueno, básicamente descubrí que estaban buscando un técnico electromecánico y, desde fuera, pensé que era una buena oportunidad. Me pillaba cerca de casa y era un puesto de mantenimiento, que es algo que siempre me ha gustado.

— ¿Cómo fueron tus primeros días ?

Mis primeros días fueron raros. La primera semana de trabajo empecé a observar detalles. Me pidieron cambiar un fluorescente del restaurante y me dieron una escalera en muy mal estado. Les dije: “No me quiero subir ahí”. Unos días más tarde, me pidieron encargarme del torno en la zona del taller y me sorprendió que no tuviera ninguna de las setas de emergencia.

—¿Cómo eran tus horarios y cuántos estabais en el equipo?

—Cuando yo entré, estábamos cuatro en mantenimiento: tres electricistas y un mecánico. Para Pilares se fue uno y no metieron a nadie, así que tuvimos que repartir la carga de trabajo. Trabajábamos de martes a domingo: de martes a viernes hacíamos 20 horas, y el sábado y domingo, otras 20.

Los fines de semana, durante las dos horas de descanso, tenía que quedarme por si había alguna emergencia. Empezábamos a comer y, de repente, surgía algo: tenías que resolverlo y terminabas trabajando 12 horas. Esas horas no me las pagaban. Si el tope de horas son 9, yo hacía todos los fines de semana más de 10.Las horas extra no me las pagaban al mes: te las pagaban en verano y en invierno. Llegó el invierno, me dieron un sobre y me dijeron: “No lo metas en el banco”. Esas horas eran todas en negro.

—¿Cómo era tu trabajo en el día a día? ¿Cómo se hacían los mantenimientos de las atracciones?

—Yo empecé haciendo de todo: desde revisar la parte eléctrica de los autos de choque hasta soldar la estructura de los troncos. No se hacían mantenimientos preventivos porque apenas llegábamos a los correctivos. Entre semana intentábamos apañar todo lo que había ocurrido el fin de semana, y durante el fin de semana, que las cosas funcionaran como pudieran.

—¿Soldar la estructura de los troncos?

—Lo primero que me di cuenta es que fui a soldar, y se me derritió entera porque estaba oxidada y comida. Quizá la mitad de las atracciones tienen zonas muy oxidadas. Pensé que sería casualidad, pero de verdad que me pasaba en todas las atracciones. Iba a poner algo o a hacer algún agujero, y directamente se deshacía.En una ocasión, me tocó revisar la atracción de los cochecitos que van sobre unos raíles. Los raíles guían el coche y transmiten la corriente al motor eléctrico. Había zonas donde podías atravesar el raíl con el dedo, del nivel de oxidación que tenían.

—¿Tuviste algún percance grave?

—En esa misma atracción de los raíles, me pidieron cambiar una luminaria del techo. Cuando fui a hacerlo, se desplomó un trozo de techo porque estaba deshecho y me cayó en el ojo. Me tuve que ir al hospital. Eso fue un detonante.La pregunta es: tenemos EPIs, ¿pero por qué se me está cayendo el techo? No es normal. Para arreglar las zonas oxidadas —las que más estaban en contacto con el agua—, iban soldando planchas una encima de otra conforme se oxidaban. Tampoco podía ver realmente cómo estaban por dentro.

—¿Cómo fue el detonante que te hizo decidir que no querías estar ahí?

—Se me juntó todo: que se me cayó el techo en el ojo, que otro compañero tuvo un accidente y se cogió la baja… Quedábamos dos, y a las dos semanas no habían contratado a nadie. La carga de trabajo era brutal, y la última semana hice 49 horas. Para colmo, al no dar abasto, empecé a ver ex trabajadores venir a trabajar para “hacer un favor a un amigo”. Lo hacían gratis. A mí no me parecía bien, porque al final, si haces eso, el trabajo sale y no contratan a nadie. Y si a esa gente le pasa algo ahí, la movida es gorda.

—¿Cómo reaccionaste cuando lo tuviste claro?

—Les dije: “Para estar así, no voy a estar. Quiero tener dos días de descanso a la semana y un fin de semana libre al mes”. Me preguntaron por qué, de repente, estaba así. Les hablé del tema de la seguridad, de que estaban pagando en negro, de las horas extra…Me dijeron: “¿Sabes lo que va a pasar?”. Les respondí: “Sí, me quitáis 15 días de sueldo y ya”. Me fui a casa, y esa misma tarde me llamaron y me dijeron: “Vale, lo estamos hablando”. Les dije: “Lo quiero por escrito, firmado y sellado”. Me dijeron que no.

Al final, decidí irme de allí.